Capítulo 1 ~ Sueños un tanto... Extraños.

Estás sentada en la cama, pensando en que son las 9:00 de la mañana y no tienes nada que hacer hoy, quieres dormir y no lo consigues. Empiezas a remolonear, dando vueltas por la cama, entra la perra, se sube a tu cama, empiezas a acariciarla, se asusta y se va corriendo. Te vuelves a quedar sola, miras la hora, las 9:15. No sabes qué hacer, no tienes nada que hacer, ni siquiera ganas para coger el ordenador. Te entra frío y te tapas, pero a los 10 segundos tienes calor, y decides por destaparte medio cuerpo. Sientes que alguien te observa, y miras hacia la puerta, pero no hay nadie; miras hacia la ventana y sigue sin haber un alma en ningún lado. Pruebas a llamar a tus padres, pero nadie contesta. “Estarán dormidos “, piensas, y te levantas para comprobarlo. No te fijas en cómo dejas tu cama, y sales por la puerta, te asomas al cuarto de tus padres y les ves ahí, dormidos, tranquilos, abres la puerta de la habitación de tu hermano con sigilo para no despertarle y… No está. Piensas que estará de fiesta y que no tardará mucho en venir. Cierras la puerta y escuchas la de la calle abrirse, y ves a tu hermano entrar. Le saludas y ni siquiera se digna a mirarte, le empiezas a chillar pero no te hace caso, y tú te asustas. “Irá ciego ya, qué malo es el alcohol”. Vuelves a tu habitación a ver si consigues dormir otra vez y de repente te ves tumbada en la cama.  Piensas que estás alucinando, te frotas los ojos y miras de nuevo, cuando consigues que tus ojos vuelvan a enfocar miras otra vez  a tu cama. Te vuelves a ver y empiezas a asustarte. Sientes cómo tu corazón se acelera y empiezas a perder el control. De repente escuchas pasos, y te giras, pero sigue sin haber nadie. “Estoy soñando” Tu mente sólo acierta a decirte eso, y cierras los ojos lo más fuerte posible para ver si te despiertas, los cierras y los abres con movimientos bruscos, te pellizcas, y de repente… Nada. Ves un halo de luz en el cristal de la cocina y se te para el corazón, ves como el “yo” de tu cama, contra más rápido respiras tú, más rápido respira. Piensas en “tocarte”, pero prefieres no hacerlo por si acaso. Pruebas con distintos tipos de respiración, y ves que el “yo” de tu cama respira exactamente igual a como respiras tu, es como si te imitase. Piensas en cerrar los ojos y tumbarte sobre ti misma, a ver qué sucede, y así lo haces, te sientas en la orilla de la cama, procurando no rozar el cuerpo que yace en la cama, y cierras los ojos, te tiras de golpe y de repente, levantas medio cuerpo de tu cama con un suspiro enorme, abriendo los ojos al más no poder. Repites esa bocanada de aire, que te sabe a gloria, sonríes, te levantas corriendo pero te mareas un poco, así que tienes que frenar el paso. 

Introducción.

No quiero empezar a relatarte mi vida como en cualquier otra historia común, pretendo hacer que te metas en la historia y llegar a hacer que se te erice la piel. La verdad, sé donde me meto y sé perfectamente que no es nada fácil, porque, sé que exiges demasiado. Deberás hacerme un favor, tienes que prestar mucha atención a la historia que te voy a contar, ya que también tendrás que leer entre líneas.